Misterio de un sueño
donde la firme tibieza del acero
araba con su filo un estandarte,
atroz dolor, cuerpo sin sangre,
retrógrada memoria,
voz sin consuelo,
sin fin, ni meta, sólo un instante
penetrando en nosotros
-a sangre y fuego-
quien no supo de él
-bien guarecido-
no supo de la urgencia del gatillo
que fulgura en un destello harto inaudible.
Caballero español
cuando era importante
ser fiel al desafuero,
triste país,
triste su sangre,
triste la estirpe obscura de sus hijos,
triste mi amor, si no te tengo,
si no te tengo, porque quieras tenerme
en un silencio de piel, besos y fuego.
Desahuciado de vos
-de mí perdido-
de mí distante,
de mí de vos desatendido,
no lloro por eso,
sino por no saber cuidarte:
acá tenés mi cuello y mis tendones,
mi ser entero y mi memoria
y todo lo que alguna vez
acaso pude ser,
o su sombra estrecha
entre tinieblas: si me arrancás de vos
acaso te desangres,
pero opondré mi fuerza y mis tendones
para que vos sobrevivas al naufragio.