El utópico paraguas
Los paraguas evaporaron
la lluvia entre las calles
y los adoquines aprehendieron las plegarias
y en la isla nadie supo qué rezar.
El mundo fue otro
pero seguían llorando.
En los momentos de desamparo, cuando la realidad se convierte en pesadilla, todos buscamos motivos racionales para sobrellevarla, pero raramente se encuentran. Por ello, cualquier acto que nos procure la sensación de que nuestra angustia está justificada y consiga sublimarla es lícito.
Aunque sea ilusorio.
Aunque sea nada
En realidad lamentaría no leer lo que casi no he escrito.
Textos y fotografías originales de
Carz