En los momentos de desamparo, cuando la realidad se convierte en pesadilla, todos buscamos motivos racionales para sobrellevarla, pero raramente se encuentran. Por ello, cualquier acto que nos procure la sensación de que nuestra angustia está justificada y consiga sublimarla es lícito.
Aunque sea ilusorio.
Aunque sea nada
En realidad lamentaría no leer lo que casi no he escrito.
Cuando creo distinguir la razón del mundo
me quedo anestesiado entre el dolor a rosas,
entre el rasgar del viento.
---
Espero resurgir del alcohol con la metralla de las horas
para que nada vuelva a resurgir sin su sentido.
Dejé de concebir
y casi paro
a un ser bastardo y deslumbrante.
---
Acercarse a la realidad
sin resultar mediocre
-como si la mediocridad nos distinguiese
o pudiera resultar irrelevante
o, lo más difícil,
ininteligible.-
---
Cuando veo los cuadros azules de la página
casi me espanto y dejo de escribir.
Hasta que me doy cuenta
de que no escribo
-ni a penas delineo-
el contorno acerado del hastío.
---
A veces recuerdo el tacto de tus yemas
y el sabor dulce del manantial de sangre que fueron tus encías:
casi rozaba las raíces de tus dientes
cuando buscaba la vida en tu saliva.
---
Amanece y el cansancio
amenaza con robarme otro día.
Quisiera poder cruzar la puerta,
enfrentar la irrealidad del mundo
y arrebatarle un poco de sentido.
Pero aquí quedo,
en este papel que no distingue la aspereza,
que tan sólo se tiñe de tinta
-reprimido-
---
Cuando el alcohol se atenúa
y el brillo del empeño disminuye
no debo ceder al cansancio….
Algo sentí, algo escribí, algo traicioné
y algo he sido:
contradicción entre el papel y la tinta que lo embarra,
desafección entre el temblor y su mañana,
febril puente entre las letras
que osaron reunir inexistencias.