miércoles, septiembre 11, 2013

Relatividad en tiempo y longitud de onda

Saben a amarillo, como los girasoles dentro de la caja de una casa de zapatos, como el sabor estridente del cuarzo entre los dientes de un acantilado. Saben a amarillo, como el zumbido que despierta a los mosquitos de tus manos y los envían a mis venas contentos como niños de campamento. Saben a amarillo, como los azules oscuros de tus venas verdes, como los cantos rodados en las nubes, tan revolucionarios, tan inconformistas y  tan a contracorrientes.

Saben a amarillo por la luz plomiza de Mafasca, por las arenas que van y vuelven desde y hasta ( hacia, ante, bajo, cabe con por y tras) África. Saben a amarillo también porque hoy es un día magnífico desde que me mostraron que lo cotidiano es la vida, aunque la medida sea otra, aunque deseemos ser contramedida y tan sólo por eso ya deban saber a amarillo.

Saben a amarillo por mi daltonismo, porque confundo lo rojo con lo muerto, lo azul con lo árido, lo negro con lo negro. Porque por confusión parecen saber a amarillo
claro cuando son de un amarillo húmedo, amarillo rugoso como la superficie del tiempo, como el paso del cristal que atraviesa la bruma cuando no es amarilla.

Sabrán a amarillo hasta recuerde qué es el tacto y cómo huele el sentido del gusto. O mientras te piense y sonría unos instantes a casi trescientos mil kilómetros por segundo.

Faro Touriñan


 
Himininn er að hrynja, en stjörnurnar fara þér vel (el cielo se está colapsando, pero las estrellas tienen suerte), Ólafur Arnalds

sábado, septiembre 07, 2013

A restrecircunflejo


Callar,
callar es lo que ansío casi sin pesadumbre,
callar a canto plano,
a cántaros coidales,
a loidales cantos,
a restrecircunflejo,
a rastras celestiales
y a azimutales rastros,
y a tanto canto viejo.

Mientras escribía, sonaba esto: Himininn er að hrynja, en stjörnurnar fara þér vel de Ólafur Arnalds