domingo, octubre 30, 2016

Una singularidad

Algo parecido al recuerdo nos alimentaba.

Era cotidiano, casi imperceptible, lo que nos alejaba de la comunidad, una forma de hacer apenas percibida como un lugar casi común, inapreciado.

Los compases de la vida sonaban estridentes; nos volvían extraños a cualquier melodía, a cualquier situación que pudiese ser aceptada incluso por nosotros. Buscábamos definirnos por la contraposición a lo que conocíamos, lo cual no dejaba de parecer inteligente.

Éramos, apenas, unos niños de casi sesenta años, pero no habíamos sido tocados por la tragedia, salvo por la muerte a los progenitores: aquí estamos, casi deslumbrados, por el sol poniéndose sobre un mar en calma, apenas moteado por pesqueros y algún que otro barco de guerra.

 -¿Que hacemos aquí? -me preguntabas

Y te decía, no sé, no tengo ningún recuerdo salvo la primitiva propensión a ser tu amante. Y tu sonrisa se hacía más redonda que la tierra.


[Serán en tiempos felices cuando esto suceda,
 cuando entendamos que sólo existe lo perdido].


domingo, octubre 16, 2016

En lechos dispares y por la misma causa

Hoy voy a escribir de nada,
de nada en el recuerdo
de nada en la mirada
de nada en puntos suspensivos
de nada en los cimientos
de nada en los tejados
y, de paredes, nada.

Levitan los hechos
sobre todas la causas
sobre lechos inciertos
que se desvanecen a rachas:

y saltas sobre ellos
y te rompes las narices
y, a veces, te calman.

Sangramos y somos libres
alternativamente
        .... y por la misma causa.





domingo, octubre 02, 2016

No temo por mí

Cuando miro el mundo por tus manos
la oscuridad desaparece.
Su calor ilumina todo de forma selectiva,
ahonda en la magia, difumina las sombras,
hace ciertos los “te quieros”
aunque puedan parecerte falsos…
…es el miedo a la fuerza del hechizo,
que, por su perfección, asusta.

No temo por mí, ya me he perdido
entre los mapas claros de tus pechos,
entre tus palabras y tus ojos.

No temo por mí, ya soy el aire
que agitas con tus pasos,
el aliento condensado en tu ventana
cuando, al mirar por ella, me recuerdas.

No temo por mí, ya soy tu tacto,
un colchón sobre el parqué,
el lado derecho de tu patria
-según se mira al techo-
el compañero de tu viaje en colectivo
que, mientras duermes, se mete en tus bombachas.


No temo por mí:
ya fui tu olvido.




Cap i cua

 Debido a Cecilia

El olvido de ser muerte inerte
en el invisible mutismo de silencio 
en el opaco cuerpo que me deshabita.
Carz.


O ser jardín de arañas donde arañan rosas
que recuerdas de antaño en  las cerezas:

valles donde vayas,
vayas donde valles
en alacrán de crines de alazanes
y espinas de ciruelas.

Reprochas, reproches, reprocheas…
polvo y sedimento,
nubes, llanos y corcheas,
llanas, blancas y redondas,
aquí. Aquí, aún te esperan.