domingo, julio 24, 2016

Futuro impermeable al subjuntivo

En los pasos de baile
en los que perdemos el ritmo
-por no perdernos la mirada-
florece una pisoteada historia:

¿Cómo, si no, entender lo acaecido?
¿Como, si sí, aconteció lo acontecido?


Entre los pasos que dimos
faltan las faltas.
Entre la extenuación queda un reducto.

O sea, tú.
Seas quien fueres
cuando fueres quien seas.

Delimitar es siempre complicado.
Definir es, a menudo, erróneo,
saber de ti es un ejercicio de sinapsis
cuando las dendritas bailan a sus aires
e incluso, los axones, parecen sombrillas en la playa.

Y tú buscas la sima en la montaña,
la cúspide que no sabemos de qué sirve
ni tampoco lo que alcanza.


En el borde borde del poema


Cuando mis nuevas amantes ansían que agite
mi polla
-ligada a mis caderas-
o mi lengua
o el último recurso de mis dedos…
a mí me da por agitar poemas.

Casi todas huyen
pero alguna,
alguna, siempre queda.


Y quedamos unidos por un siempre absurdo borde
del borde poema.



Cuando libero a las jirafas del parque de animales heridos de Nairobi
las acacias amenazan con mustiarse y dejar, a secas, sus espinas.

Luego, un borde inquieto sobre el borde borde del poema,
se pone a diluviar en aguacero las tardes henchidas de nostalgia
mientras las elefantas espantan los turistas,
los leones follan a su ritmo,
y en el meollo de la humanidad
queda el bien igual que pasa.

domingo, julio 17, 2016

La semántica en el filo del delirio

¿A dónde ha huido el resplandor visionario?
¿Dónde están ahora la gloria y el ensueño?
Williams Wordsworth (ignoro el traductor)
 Porque sé de resplandores extintos
crece la duda sobre la extensión que resta de desierto:
¿quedarán oasis durante el camino
o tendré que beber la pureza negra que oculta el firmamento?

Porque recuerdo los ecos
creo saber qué es el sonido.
Porque quedé saciado
acaso llegue a comprender el hambre.
Porque necesité la sed
quizá comprenda la blasfemia de la fuente.

Porque conseguí caer
es probable que añore la inmediatez de lo que fue el vacío.


domingo, julio 10, 2016

Tengo más memoria de la que recuerdo

Cuando me pregunto sobre el estar tan cansado,
sobre la liviana soledad del viento entre tanta carencia,
casi me quedo sin recursos a la par que sin aire:
pero….
-de pronto-
te acercas con tus ojos de ámbar,
con tu eléctrico tacto de tus zarpas sin manos,
con tu pelo tan negro que asusta a la noche,
con tus tetas tan blandas que suplican mis manos,
con mis manos tan viejas que suplican tus tetas,
con el filo afinado que secciona el acero sin apenas esquirlas
-como si ardiendo el asbesto pronunciara lo dicho
tantas veces callado por ser estridente,
tantas veces oculto por su hiriente evidencia- 
 con el alto sendero que te aleja tan cerca.
Y caemos miopes desde el beso pupila.
Y limpiamos recuerdos con el iris que mancha