De cadenas e histriones.
cuyos eslabones son las esperanzas.
Lucio Anneo Séneca
Y, sin embargo, estas cadenas de esperanzas no me pesan, ni me lastran. Al contrario, son el aliciente que me lleva de tus manos a tus manos, aunque ahora tenga que reinventarlas en su calor y su tacto cuando me asalta la sensación de que te has ido, cuando regresan los perros ladrando fieros y que, por unos momentos, siembran en mí el temor hasta que consigo sobreponerme. Y, mientras lo siga consiguiendo, todos los azares parecerán tener un significado preciso, parecerán pertenecer a un orden que transciende la realidad a la que estamos acostumbrados, que posterga las verdaderas emociones a un plano de irrealidades y sueños como en una tragedia clásica en las que nos convertimos en histriones zaheridos por la fatalidad.
La fatalidad salobre de las lágrimas enfrentada a la experiencia en bruto del deseo que compartí contigo, ese cordón umbilical que siempre nos pareció indestructible y que tal vez lo acabe siendo.