De miedos y cobardes
Aun sin tenerlo, excavo más cavernas, relleno más trincheras. Porque he aprendido a odiar estar a salvo, porque me han enseñado que la piel transmite más que entrega. Me doy tiempo, me atempero, porque el odio y la pulsión causan demasiados estragos en gentes inocentes y, la inocencia, es digna de respeto. Porque no pongo al destino por sudario. Porque no elevo el deseo hasta quimera.
Y, después de todo embargo, estoy desnudo, y con mi frente encaro tu montaña, pero no hace falta que me escuches ni me atiendas, en la intención radica mi batalla, y en mi derrota encontrarás tu infierno: porque me sabes y te ignoras, no hay lance que prospere.
Demasiado miedo entre dos cobardes.
PS.- Y mientras intento construir una elegía para mi amiga, intento leer lo escrito con sus ojos: Carz, abusas de los títulos compuestos. Sí, indah, sí... pero aún no puedo contestarte.