lunes, enero 30, 2006

Cielo sólido

Rozas mi piel
mientras enervas el aliento de mi aliento
y vienes sencilla como un círculo
a cambiar la vida por un sueño
-pertinaz sonrisa en tu mirar celeste-

Teje tu cabello la red
que soporta un cielo sólido
en su desplome

… y todo sigue
aunque nada permanezca,
… y nada muere
aunque acabe todo.




Fragmento de "festina lente" de Arvö Part

sábado, enero 21, 2006

El domador de versos

Éste era el domador de versos. El domador se pasaba las noches hurgando en todas las basuras del mundo. Sólo le interesaban las cartas y las fotos. Llevaba cada sonrisa, cada mirada, cada frase de amor o cada separación, como si se tratara de su propia historia…

El domador cree que las imágenes y las palabras deben mezclarse en las cenizas de los versos para renacer en la imaginación de los hombres.

- Hay que soñar Léolo, hay que soñar



Fragmento sonoro de "Léolo" de Jean-Claude Lauzon

domingo, enero 15, 2006

Esta vez

Torpemente resisto entre estas horas
-disciplinado corazón,
pulmones abnegados-
allá, ahora, un mañana:
voy, cariño, prepara mi sudario entre tus pechos
mientras tus dedos me peinan tanta pena,
voy, cariño, sin billete de vuelta, sin reservas,
sin que exista día 15 o 16 que nos pervierta…
esta vez no quiero sufrimiento, no esta vez:
con vos mi vida está cumplida.
No esta vez, que sea en un abrazo,
pero que sea.

martes, enero 10, 2006

Hoy es tiempo

Hoy es tiempo de amar.
Es tiempo del amor que duele,
de amar con las entrañas,
con cada víscera, con cada fibra,
con llantos, con postraciones.

Hoy es tiempo se soñar.
De soñarte precisa en mi costado,
de soñarte completa a cada instante,
de soñarte vertida en un abrazo.

Hoy es tiempo de creer.
Es un tiempo de creer que habrá
un tiempo en el que amar
sea lo que hacen millones de personas:
abrazar, besar, andar prendidos de la mano.

sábado, enero 07, 2006

Möbius

He obtenido su respuesta al secreto susurrado; sé que me ama y que sufre, y a mí se me encoge el corazón. Leo su respuesta y unas veces me parecen luces y otras sombras. Nos deslizamos por una cinta de Möbius, por una superficie en la que no existe arriba ni abajo, no existe dentro ni fuera.

Sin saber de vos, el mundo nunca será tan bello, sin saber de vos, te llevaré en un susurro tierno guardado en un hueco que hemos labrado en mi pecho, cubierto por el barro salado de las lágrimas. Sin saber de vos, soñaré que alguna vez arribaré a tus playas y descansaremos del tiempo entre las dunas.

Hablamos, lloramos, sonreímos, tememos la misma fuerza de nuestros sentimientos. Nos necesitamos, por eso queremos olvidarnos. Nos separa lo que más nos une.

No hay arriba. No hay abajo. Sólo hay un adentro que nos arroja.

miércoles, enero 04, 2006

2046

2046
“Todos los recuerdos son surcos de lágrimas” (Wong Kar-wai.)

Dice la tradición que cuando alguien tiene un secreto que no puede confesar y que le angustia ha de ir a lo profundo de un bosque, practicar un agujero en un árbol, susurrar el secreto dentro y taparlo con barro.

Bien, esta narración será mi agujero, y el barro el anonimato de los personajes. Esta narración empieza donde acaba una historia y espero que le sirva de digno sudario.

La nuestra fue una historia que estaba herida de muerte desde su nacimiento. Desde el principio supe que no podía tener un final feliz, que un final no doloroso era difícil pero no imposible y que, por desgracia, el final sangrante era lo más probable.

Aún así, comprendí que la belleza de la relación debía radicar en que constituyera siempre un camino, y el camino ha sido para mí muy hermoso y tan cautivador que bien valió este dolor de ahora. No sé cuanto durará este estado de desesperación y abatimiento, pero estoy seguro de que habrá merecido la pena.

Cantera

Si para que tu me hayas amado
tengo que sufrir lo que me espera,
si por amar de esta manera
he de soportar un llanto soterrado.

Si por sentirme ahora abandonado
fue preciso llegar hasta tu acera
tengo por bien ganada esta hoguera
tengo por bien quemado lo quemado.

Porque para fumar la adormidera
es preferible sentirse derrotado.
Porque no se puede ser cantera

sin que a golpes te hayan horadado.
Porque para que un árbol sea madera
es preciso que se haya deshojado.

(publicado ayer en Raíz aérea)

Evolucionan mis pensamientos de forma caótica y lo que más me hiere es imaginarla con una expresión dura en su rostro, en fin, siempre albergué el temor de convertirme en un ídolo de barro para ella, como así parece que ha sido. No puedo decir que no contemplara dicha posibilidad, no puedo alegar ignorancia. Ahora he de afrontar el reto de sus posibles descalificaciones, procurando que no perturben la memoria de nuestro camino.

El nombre: nada

“Pero es imposible olvidar la quinceava batalla en el infierno de la nada”(Tomas Tranströmer)

Ayer fue un día terrible. Me desbordé emocionalmente y perdí el control y no pude dejar de llorar como hacía años. Reconocí perfectamente mi rincón en el infierno.
Pretexté una excusa y me pasé el día en el despacho, sabía que no habría nadie en el trabajo pues aún estamos de vacaciones. Desde allí escudriñaba los ecos de mi desesperación: nada, había dejado de existir, en el entorno virtual no era nada, parecía que el símil del árbol funcionaba incluso mejor de lo que yo esperaba. Al final recurrí al auxilio de mi gran amigo de la adolescencia, lo llamé por teléfono e intentó consolarme lo mejor que pudo: el también reconoció mi rincón en el infierno, aunque hacía diez años de mi última visita.
Se portó bien, conciliador, comprensivo y esparciendo pellizcos de realidad sutilmente para que me diera cuenta de lo absurdo de la situación. Yo ya sabía que era absurdo, pero no lo sentía como tal y por ello me desbordaba. Me invitó a que lo llamara todas las veces que lo necesitase, pero, por fortuna, no ha vuelto a ser necesario de momento.

Me fui a dormir temeroso de las pesadillas y más temeroso aún del despertar.
Una vez despierto dudé si era conveniente volver a escudriñar los ecos virtuales, pero al final lo he hecho, sigo siendo nada… funciona el barro… seguiré susurrando mis secretos en el agujero…

La oportunidad

“El amor es una cuestión de oportunidad, no sirve de nada conocer a la persona idónea demasiado pronto o demasiado tarde “ (Wong Kar-wai.)


Recorro de memoria tus palabras, atesoro las miradas, tu sonrisa, nuestra primera luna, esa foto que tanto me gusta: tu máscara de presentación en mi vida. Todo ello procuro guardarlo en su sitio, dejarlo a salvo de esta angustia, de esta nausea sartreana y de este descenso tan denso, tan amargo. Intento ponerme al lado del dolor, no temerlo y por ello dejar que me acobarde y provoque mi huída y el olvido, no bañarme en él y hacer de él un estandarte, quiero verlo crecer y dejar que esculpa en mí sus enseñanzas, sentir que me humaniza y que me aleja del mundo de las bestias.

Pasará el dolor pero quiero que quede el recuerdo, quiero poder reescribir para ti antiguos poemas que para mí resultan de una bella amargura, poder escribir en unos años….

“… yo sé cómo nos amamos
y, después de tantos años,
debo confesarte que
-aunque ya no lo recuerdes-
yo sé que nunca fue mentira”

martes, enero 03, 2006

Poco a poco

Poco a poco deshabitas el tiempo
y cabe preguntarse si valió la pena,
si el dolor que supura lentamente
emana de la ternura y me humaniza
o brota del orgullo y me encallece,
si este amor apenas rozado con la yemas
mereció tanta erosión emocionada.

Pude cerrar los ojos,
pude ahogar mi vista en otras luces,
pude acelerar la luz que la cegase,
mas preferí beberla sorbo a sorbo
y mimar su impresión en mi retina;
preferí respirar desde lo hondo,
llorar con el centro de los huesos
esa sensación de antigüedad amarga
que deja la huella de la amada.

Regalos y cadenas

Uno debería entregar sus regalos a tiempo. Debería no correr el riesgo de que pierdan su significado porque ya no debe regalarlos y queden como ballenas varadas, sin sentido, moribundas, grotescas.

La vehemencia tiene sus servidumbres. La pasión tiene sus cadenas. Y ambas son necesarias para mantener unidos a los amantes cuando entran en una espiral de necesidad mutua que, paradójicamente, en realidad los aleja, porque produce el sufrimiento de la dependencia, que necesita de esas cadenas para poder ser soportado.

Cuando se quiebran las cadenas que los retienen, ya nada contrarresta la fuerza centrífuga de la espiral, sobreviniendo una ruptura más traumática cuanto mayores fueron la vehemencia y la pasión. Y aquí es cuando resulta crucial el saber metabolizar el dolor para no ceder a la tentación del arrepentimiento y del reproche…

Soy afortunado por poder amar así…
aunque uno debiera haber entregado sus regalos a tiempo

Lloro

Lloro unas lágrimas que estuvieron predichas.
Lloro unas lágrimas que nunca supieron
de los labios que lloran.
Lloro por la ausencia total del abrazo.
Lloro con una ingenuidad que creí imposible.

Lloro un llanto que me llena de orgullo.