Misma música: distintas tempestades
Cuando siento miedo,
levanto tempestades
de años y siglos y amapolas
-se desangran los trigales
y yo me siento inerme
a conjurar temores
y hacerlos caracolas
o pelícanos delgados como juncos,
o piedras sacrificio para soles-
inerme, pero aún almado,
se me escapa el sinsentido de tus labios
el roce de la arena en mis tobillos
o las sombrillas dislocadas por los vientos
que buscan un pecho en el que hendir su anclaje
porque temen del viento su destino.
Anteayer no llegó la noche,
la luna era llena y Lucía por todos los rincones
entre los que
-a secas-
te follabas en mí como accidente.
Y no llegó el viento a ser tu nombre.
Y no llegó tu nombre a callar el viento.
Y no llegó, llegaste, llegarías o llegaras,
o llegases lejos del pronombre
(“tú”, me suena a sueño…
“yo”, ni a sueño suena,
pero me sabe a tierra
a penas y a barrancos)
Desarboladas madreselvas.