jueves, junio 15, 2006

Vengo

Vengo a abrirte con mis labios
a desprenderte de todas tus escamas
que engendraste en forma de coraza
para contener la dulzura que derramas.

Vengo del silencio más antiguo.
Vengo del tiempo más callado.
Vengo de una espera renegrida
a ser luz que brille en tu costado.

Vengo a modelar tu cuerpo con caricias,
a esculpirlo con los cinceles de mis manos.
Vengo a explorarte entera con mi sangre.
Vengo a engendrar ternura con espasmos.

lunes, junio 12, 2006

Corales

Deja que suave la corriente
nos arrastre hasta la playa
abandonando los sargazos
las tormentas y las brumas.

Deja que este anochecer sereno
nos cubra de caricias en la arena
después del cálido crepúsculo
ruborizado por la pericia de dos cuerpos
en contenerse y derramarse
al compás de olas y mareas.

Deja, amor, la plena luna
sobre el horizonte curvo
que ilumina
la dicha de yacer
mecidos por la espuma
que recoge nuestros besos.

Deja, amor, que tanto gozo
haga renacer a los corales.

martes, junio 06, 2006

Sólo soledad

Arrabal de corrientes de sangre agraviada,
tiznada de penas, colmada de ausencias,
despojos de senos marchitos,
blasfemias de amor de saliva seca,
de uñas ajadas,
de besos de arena.

Desgrano mis ojos detrás de las sombras,
desplomo mi espalda sobre viejos puentes,
arranco de cuajo mis sueños de auroras,
desbrozo la angustia hasta casi licuarla.

He de ser más sabio, acaso más viejo,
perder el afán, quedar en desgana,
vivir el tiempo como visto de lejos,
soñar en azul, escribir en negro,
deglutir los suspiros, quemar las esencias,
quizás sea ése el camino para vivir el vacío,
quizás no lo sea.

lunes, junio 05, 2006

Extraño

Extraño ser la luz que resucita
el azul de tus ojos en el alba
salvarte del abismo de las sombras
que ingenuas pretenden separarnos.

Extraño ser el roce de tu espalda
que inconsciente me busca hasta encontrarme
cálido tacto que transita
de vos a vos después de atravesarme.

Extraño tu pelo enredado en mi sonrisa
que te extraña en la frontera de tus labios
errantes peregrinos que me surcan
de norte a sur por todos mis barrancos.

Extraño la frontera que nos une.
Extraño el abrazo que nos ata.
Extraño el rumor de tus palabras.
Extraño, extraño, extraño, extraño.

sábado, junio 03, 2006

Bienvenidos

            Porque mi sangre te reclama...


Si ha de ser la distancia
      la que nos agrupe
si ha de ser el tiempo
      el que nos defina
si ha de ser el silencio
      el que nos arrulle
si ha de ser el vacío
      el que nos redima


si han de ser astillas
      las que nos acunen
si han de ser cristales
      los que nos conciban
si han de ser tormentos
      los que nos empujen
si han de ser las llamas
       las que nos decidan

bienvenidos sean
      si morimos juntos.

Elegía en clave

Te llevan en sarcófago
de amores jovencitos
aunque naciste antes que sus propios corazones
que del luto
se quedaron casi ciegos
y te arrastran con cadenas de ceniza.

El ataúd se sustenta en dos lunas
que –invertidas- no supieron
encajar bien sus miradas
y sus lágrimas rebosaron mar chiquita
tornando mar del plata más salada.

“Eztoz doz corazonez con crocanzia”(1)
vagarán buscando sus abuelas
que aparecen en sueños y en vigilias
y les pedirán apenados y entre lágrimas
que les canten una nana inexpresada
para alcanzar el sueño eterno
de ser uno.

(1) Traducción más o menos libre y emocionalmente proactiva de
"Estos dos corazones con coraza"

Cuento de sadah

Concibo la ausencia que impregna estos días como el rito iniciático de esta mutación que estoy realizando. Noto que algo ha cambiado en mi interior y que ese cambio requiere más cambios en mi forma de vida. Parece que una etapa se está cerrando, parece que otra quiere abrirse. No sé si esta nueva etapa comenzará en soledad o en compañía y, en este último caso, en qué compañía: he aprendido que pequeñas decisiones pueden producir grandes consecuencias, un diferencial aparentemente sin importancia acaba conformando una vida. Y, aunque una vida pueda parecer insignificante, es todo cuanto somos.
Dirijo estas palabras al vacío mientras regreso a lo que podría llamar mi hogar, aunque se me ocurren otros lugares que también podría llamarlos de igual manera, a pesar de que en alguno de ellos sólo haya estado unos pocos días. Todo dependerá de pequeñas decisiones, aparentemente insignificantes, pero que podrán afectar a varias vidas. También intervendrá la capacidad de sufrimiento de las personas involucradas, su capacidad de ser fieles a sí mismos aún asumiendo íntimamente que podemos estar viviendo un cuento de hadas sin final feliz, en el que el príncipe es devorado por el dragón o la princesa se queda por siempre en la soledad de su torre.

viernes, junio 02, 2006

Ahora siempre es hoy

Muchas veces nos dijimos que “siempre es hoy” o que lo que importa es el “ahora”. Y durante mucho tiempo el “ahora” consistió en compartir fotografías, canciones, poemas, sonrisas, miradas y deseos. Consistió en ir constatando que un vínculo muy íntimo nos unía (me atrevería a decir “mágico”, pero sólo ella entendería la razón). Esa sucesión de “ahoras” nos llevó a encontrarnos y a convivir unos días y entonces los “ahoras” grabaron a fuego unos lazos en nuestros corazones: no necesitábamos nada más, no envidiábamos a nadie, imaginamos nuestras vidas discurriendo plácida e intensamente en el entorno de una cabaña, amándonos con la naturalidad y la plenitud dignas de un santo en éxtasis y también con una pasión que fluía sin rubor alguno pues todo era tan natural como necesario.

Pero llegó la separación, que iba a ser un hasta luego. No recuerdo una despedida más dolorosa, nos miramos largo rato a través de un vidrio diciéndonos “te amo” en silencio. Nunca imaginé que sería la última vez que la vería.

Durante un tiempo los “ahora” consistieron en matear por las mañanas, despedirla cuando se iba de casa, vernos y cuidarnos todo lo posible hasta el reencuentro, pero la presión de la tristeza y la angustia se cernió sobre nosotros: yo entré en un estado depresivo profundo que requiere tratamiento médico y creo que ella también se vino a bajo emocionalmente por sucesivos reveses personales.

Desde hace un tiempo el “ahora” consiste en silencios, reproches mutuos, reencuentros cada vez más breves, nuevos silencios y nuevos reproches y quizás yo no he sabido ver que ésa es su elección: la del silencio. Quizás mi necesidad de ella me ha cegado y no me ha permitido respetar su decisión de mantenerse en silencio y, aunque también me ha movido la sincera creencia de que podía ayudarla, lo cierto es que he intentado cambiar su decisión, y eso no es digno de una persona enamorada. Por eso le pido perdón.

jueves, junio 01, 2006

Tal vez sea el fin

En mí late una bestia. Algunos amigos me han visto furioso y se han quedado blancos de pavor: pierdo el control, me hago inmune al dolor y me asiste una fuerza sobrehumana. Enfrento a quien sea, se me hinchan las venas y los músculos y se me importa un pito perder la vida en el lance. Hasta ahora he tenido suerte y he sido más fuerte que quien me ha provocado, así que sigo entero, aunque de milagro.

En mí late una pasión que se mezcla con ternura para quien sabe despertarme, y en esas ocasiones fabrico poesía en estado puro (al menos eso me han dicho), bebo la vida a borbotones y que se muera el tiempo y todo el mundo. Tampoco me importaría morir después de alcanzar ese raro estadio, lo jodido es seguir viviendo a la espera de volver a alcanzarlo: es una droga dura de la que no quiero librarme.

Después me vuelvo melancólico, nostálgico y patético a menudo y pierdo la entereza intentando ayudar a la persona a la que amo, llegando a traicionarme a mí mismo.

Ella es una droga dura, la más dura que he probado, me lanzó al cielo al primer chute y aún sigo girando. Además me convenció de que era invencible, que podía soportarlo todo por nosotros y que su paciencia era sobrehumana, pero no era cierto. Es una mujer frágil, pero no me importa, yo también lo soy para con ella, la necesito como al aire, quizás aún no lo ha comprendido.

Y llegó la separación, y sus silencios y su dolor transmutado en vehemencia que deja fluir libremente ignorante del dolor que me causa. Cuando está mal, sólo su dolor es el realmente existente, no percibe el mío. Ahoga mis llamadas simplemente colgando. Yo nunca haría eso y nunca lo he hecho.

Hoy me he dejado llevar por la vehemencia, he podido frenar pero no he querido, he dejado fluir –casi- lo que pensaba y he actuado en consecuencia, quizás así ella sepa lo que se siente cuando el otro se encabrona.

No sé que pasará, pero hay lecciones que debo aprender, yo he aprendido a encajar sus desplantes, no sé si ella encajará los míos.