domingo, noviembre 20, 2016

La relevancia de lo irrelevante

Murió mi eternidad y estoy velándola
Los heraldos negros, César Vallejo

Cuando oía esta música, escribía libros; y las palabras caían por mis brazos para ensangrentar la capilaridad del papel con sangre negra: un sabor a sangre en las encías, un sabor a bourbon en la boca, un sabor a piel cérea en la lengua entre  la profundidad marrón y enorme de tus ojos que volvía irrelevante al horizonte y convertía a los días en famélicos leones incapaces de llegar a devorarnos: pensábamos que el entorno era irrelevante, cuando los irrelevantes resultamos ser nosotros.


domingo, noviembre 13, 2016

La gabardina de un miedo tan azul

A Leonard Cohen, in memoriam 

A veces un suceso irreparable le devuelve al pasado todo su peso, lo contextualiza más allá de todos los discursos que han ido derivando su significado sin que nadie lo haya, en el fondo, pretendido. 
(Comentario mío en “Love is...all” (26/05/2009))



Lo regular parecía la única definición plausible del mundo mientras dejaba pasar el viento entre sus piernas abiertas y desnudas en la arena. A veces, sentí un leve escalofrío cuando el calor era mal interpretado por sus nervios.

A veces, quedaba exhausta por la presión que mandaba en el recuerdo, amontonado como ropa sucia en una lavandería: lavar la memoria y suavizarla era una forma de muerte como otras.

Dejaba que el día anocheciera sobre el mar como una forma leve de sortilegio, aunque, en verdad, efectiva. Mirar al horizonte siempre le había procurado una suerte de consuelo, como si la enormidad empequeñeciese la causa de su sabor a sombra: ahí estaba, una mujer mirando al noreste y que no estaba completamente loca.

Una mujer consciente de su pulso -le bastaba cerrar los ojos para comprobarlo- y que, por tanto, temía olvidar henchir su pecho.

[Después de siete años escribo esto porque creo ser la vaga razón de un miedo tan azul y de nada de lo que conlleva]

domingo, noviembre 06, 2016

El láudano en el amor inscrito

Yo no llamaría amor a lo que raya. Sí a lo que tiñe.

Sí, amor.

Hoy me prometí no ahogar al hipocampo
y recordar esta noche por un tiempo.

Pero creo que he faltado a mi palabra.

Y por mi falta escribo.
Y por mi falta hallo.

Porque, si no lo ahogo, no hay poema.
Porque, si lo ahogo -y no lo escribo- no perdura
aunque deslumbre unos minutos en mi mente.

Alcohol o desamor o desAmparo ha sido la tinta de mis letras,
la bruma que me nutre  y adormece,
el laúd  insomne que me acalla.



PS.- Del concierto me quedo con los tres primeros minutos. Es una costumbre arraigada estirar las ideas hasta desangrarlas.