miércoles, agosto 06, 2008

Salvaguardas

Guardé el tiempo
hasta hacerlo cuenco que acogiera al agua.

Guardé las noches
para cuando hubieran sueños.

Guardé silencio
hasta poder gritar un nombre.

Guardé mis manos hasta que
-por fin-
pude acariciarte.

2 Comments:

Blogger ybris dijo...

Así debe ser.
Guardar todo para entregarlo todo.
Y al final, como glosaba García Montero, la muerte encontrará vacías nuestras manos y se mojará los dedos con la lluvia.

Abrazos.

6/8/08, 8:04  
Blogger Luzamarga dijo...

Guardé las noches en que el tiempo
hizo un amasijo de manos y silencio.

Siempre supuse que, algún día,
se dejaría dar forma,
hendirse un nombre,
surcarse de caricias.

Quien guarda, halla.


Precioso, Carz. Besos.

6/8/08, 16:19  

Publicar un comentario

<< Home