Little Boy
Vende primaveras con sus ojos
y, con sus manos
-juntas-
hace reverencias.
En sus sonrisas
perviven samuráis
y en su kimono
lucen las estrellas.
Alquílame tus primaveras
posándote sobre mis hombros
mientras la nieve cae sobre los cedros,
antes de que os ciegue
-y os deshaga-
un niño pequeño.
y, con sus manos
-juntas-
hace reverencias.
En sus sonrisas
perviven samuráis
y en su kimono
lucen las estrellas.
Alquílame tus primaveras
posándote sobre mis hombros
mientras la nieve cae sobre los cedros,
antes de que os ciegue
-y os deshaga-
un niño pequeño.
5 Comments:
Imprevistos varios me mantuvieron alejado de estos espacios.
No habría de dejar de tener esto su lado ventajoso:
Me entero de golpe de excelentes motivos para merecidos piropos,
de posibles cumpleaños,
de inoportunas caídas de notorias consecuencias,
y de su muy probable inocuidad tras las resonancias.
Pero mientras sé que por todo debo felicitarte concentraré mi felicitación en este maravilloso poema de hoy.
Y es que es una maravilla quedar deshechos por las primaveras vendidas en los ojos de un niño pequeño.
Un abrazo descomunal tardío, sincero y cariñoso, Carz.
Dile que también se pose sobre mí, que instaure su paz sobre mis guerras interiores, y que se quede un poco más que lo que tarda en consumirse un palo de incienso.
Es muy intenso y muy hermoso, Carz.
Mis besos.
Resquicios a una sensibilidad olvidada.
Permíteme una reverencia.
Ha sido un placer leerte.
Orión luce igual en todos sitios. Aunque me atrevería a decir que en Albacete está como más cerca.
Será el dolor.
Un (b)eso
Alquilar tardes y primaveras – ay -. Podríamos compartir gastos, Carz…
Tengo que avisarte y te aviso. Te premio en mi pasillo.
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