jueves, enero 01, 2009

Diecinueve años, no es nada.

Para Bego, aunque puede que no lo leas nunca...
...pero es tu homenaje.

Fue duro, a qué mentirse, pero más para ella -a qué mentirse-.
Llevábamos nueve años juntos y yo la amaba cuando me leyó lo que sigue:

OTRA VEZ AMARILIS

El tiempo ha pasado y vuelves a mi memoria.

Tu auto trepando hacia la sierra, la Cream-Rica
¿recuerdas?, volteando a la derecha, todos esos moteles.

Entonces éramos nosotros; no tú, no yo. Me quiérote,
te gózame, me amándonos, decíamos.

¿A quién llevas ahora? Contigo entre las piernas
¿quién pega de alaridos y triza los espejos
donde nos repetíamos bestiales y dulcísimos?

¿Qué otro vientre recibe tu miel mía, peruano? Di
qué frívola puta, qué sórdida hipócrita limeña,
qué casada cuidadosa del cornudo.

Hijo de perra, ¿lo haces? Pero allí no, nunca, con
nadie vuelvas a la habitación 35. Que se te
muera para siempre, que se te pudra si regresas.

Una vez dije allí no ¿recuerdas?, dije después
donde quieras. Tú me observabas igual que un
entomólogo, eras un médico lascivo examinando
una muchacha muerta de amor: no hables, eres
una muñeca, un cuerpo sin voluntad, y me
tocabas probándome y fui un durazno de esos
que se abren con la mano.

Un durazno, dijiste a mis espaldas, a la luz de la tarde,
separando con suavidad mis carnes, descubriendo
lo que ni yo conozco, mi zona más oscura, la que
guarda esa caricia atroz, obscena y tuya que no
olvido.

Júralo: no has de volver a esa cama con nadie. Me has
negado tu cuerpo, el que gustaba mirar impúdico y
erecto viniendo a mí, el tuyo que era el mío.
Concédeme esto entonces: anda a otro sitio a hacer tus
porquerías.

O vuelve a la habitación 35. El tiempo ha pasado, ya
no hay sino recuerdos y Amarilis qué puede sino
juntar palabras. Ahora somos tú y yo, no existe más
nosotros. Uno y uno, dos solos: yo y esa mierda que
tú soy y yo añoras, desgraciado.


Márgara Sáenz



Y se me encogía el pecho, no dos, ya no tú y yo, ya no un nosotros. Ya no un hogar o, al menos, juntos.
Así fue -a qué mentirse-.

Y, años más tarde, yo era un tipo duro, y la llevaba a bares de tipos duros.

- ¿Estás seguro de que podemos entrar?
- Sí, estoy seguro.
- ¡Cómo has cambiado! O, no, puede que no.

Y a mí se me encogía algo más el pecho cuando recordaba la forma de vida que habíamos llevado: ella me habla de Tocqueville, de Kant, de Russell, y yo le hablaba de Einstein, de Heisenberg, de Shrödinger y de Shannon. Ambos nos hablábamos de Sócrates y de Platón. De Carver, de Mozart y de Panero (el mediano).

- Pero ¿estás seguro?
Y a mí se me encogía el pecho, pero estaba seguro.

3 Comments:

Blogger ybris dijo...

Aunque no lo lea lo entendería.
Me ha impresionado el poema de Márgara Sáenz.
Y tus palabras ininteligiblemente bellas.

Un abrazote de año nuevo con mis mejores deseos para ti.

1/1/09, 11:20  
Anonymous Anónimo dijo...

¿Cuándo el tiempo ya es algo? A veces, 19 años no son nada, en comparación con 19 minutos


Feliz año nuevo

1/1/09, 18:46  
Anonymous Anónimo dijo...

qué bárbaro, me encantó, carz, qué bien.

Feliz inicio de 2009,amigo

4/1/09, 14:25  

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