jueves, julio 20, 2006

Rememoro


Fragmento de "Theresa" de Gabriel Yared



Busco centrarme para sostener el equilibrio:

          arrebato, fuego, aliento, disparo,
          punción, delirio, fulgor, abandono


Encadeno los deseos a las ansias,
el amor a tu mirada vespertina,
engarzo en nuestro fracaso todas las derrotas
recobro engrandecido todo el dolor pasado

          -denso vino añejo que nos brinda el destino
          en una copa colmada de llanto
          astillada de tiempo y con turbidez de espacio-


Rememoro

Un sutil hilo de memoria
enhebra las esquinas del recuerdo
y hace daño.
Cada mirada humedecida por las lágrimas,
cada sonrisa tímida de dicha,
cada tacto, cada sabor, cada gemido,
elevan el alma y la desploman
hasta el final de un pozo abismado,
hace daño.

Pero, en verdad, lo que duele hasta la médula,
lo que machaca los huesos y desgarra las arterias
es, sin más, la negación de la esperanza,
el aborto del tiempo en sus raíces,
tu silencio a ras de suelo
perfecto en su realidad brutal que me avasalla,
los besos que daremos sin besarnos,
los recuerdos que tendremos que inventar,
el fin de un sueño que era vida
-la vida más vital que pudiera concebirse-
la seguridad de saberse equivocado.

2 Comments:

Blogger indah dijo...

"Pero, en verdad, lo que duele hasta la médula,
lo que machaca los huesos y desgarra las arterias
es, sin más, la negación de la esperanza,
el aborto del tiempo en sus raíces,
tu silencio a ras de suelo
perfecto en su realidad brutal que me avasalla,
los besos que daremos sin besarnos,
los recuerdos que tendremos que inventar,
el fin de un sueño que era vida
-la vida más vital que pudiera concebirse-
la seguridad de saberse equivocado."

La negación a la esperanza. Sí, pero sólo por un ratillo, Carz, nadie puede vivir las veinticuatro horas del día negándose a la esperanza. Sólo el poeta, y porque es capaz de buscarla a través de su negación. Lo que hace enormemente triste y desesperanzado este poema es que de verdad, de verdad, sin que seamos conscientes de ello, existan, vivan, pasen a nuestro lado, incluso nos miren, incluso nos sonrían, incluso se excusen, personas que necesiten, o tengan, que inventarse recuerdos. Alguien tendría que castigarnos por no ser capaces de advertirlo. Por no ser capaces de proporcionárselos. Ay, Dios mío, este yo nuestro, tan yo, solo yo sufro como yo, nadie más que yo ama como yo, nadie más que yo siente como yo. Sólo yo. Yo. Yo. Yo. Yo. Nuestra mente llena de nuestros “yos”. Debería darnos vergüenza. A mí debería darme vergüenza. Mucha vergüenza. En fin. Y así me siento: avergonzada.

22/7/06, 23:51  
Blogger Carz dijo...

Yo me avergüenzo de mí a menudo. Otras veces me soy indiferente y alguna vez pienso que tengo algo positivo en mi interior, y lo positivo es... sí, que a menudo me avergüenzo de mí.

Saludos,

24/7/06, 2:12  

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