jueves, mayo 05, 2005

Ariadna

Un epílogo para indah

Eso depende.
Depende si me ensancho más allá de mis temores
indagándote ahí afuera
o si me achico buscándote en mi centro.

Depende de la pericia con que me ven tus ojos
del tono de tu voz cuando me riñes
del pulso aquilatado de tu mano
o del brillo fugaz de cuando
-por un lúcido momento-
consigo corporeizar tu nada en mi cerebro.

Más luego viene a distraerme
la danza de lo cotidiano:
el frío, el viento, la sensación de hambre,
el sueño, el estudio, los teoremas,
la evaluación de exámenes,
el horario de consultas,
las reuniones, la firma de papeles,
la redacción de apuntes,
la corrección de erratas…

Y, cuando lo cotidiano acaba,
habito de nuevo el susurro de las sombras
que los atardeceres alargan hasta hacerlas insufribles.
Destilo en tu ausencia
el perfume de todas las ausencias;
en tu negación
anidan todas las arañas
que tejen y tejieron con su seda
mi quebradizo hilo de Ariadna.

2 Comments:

Blogger indah dijo...

Es un bellísimo poema. Gracias Carz. Aunque indah -me temo- no está muy segura de si que le regalen un epílogo es bueno :)

De nuevo: gracias.

8/5/05, 12:41  
Blogger Carz dijo...

Te aseguro que no es malo :-))

10/5/05, 4:23  

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