De Heracles y museos
Cuando la deriva esculpe los paisajes
los marineros se quedan boquiabiertos
porque no hay falta de pan
ni de avituallas:
es la opulencia quien gobierna el navío
y, así, la gobernanza es sencilla.
Cuando las tetas de Hera
dejan de amamantar a Heracles
la hiel humana se vuelve casi tierra
para que los ángeles sepan a vino y a gusanos
y los dioses extintos en columnas
degeneren en objetos de museo
o vinoteca
y la paciencia nos pazca entre los dedos
entre los que se nos vierte la furia
cada día.
los marineros se quedan boquiabiertos
porque no hay falta de pan
ni de avituallas:
es la opulencia quien gobierna el navío
y, así, la gobernanza es sencilla.
Cuando las tetas de Hera
dejan de amamantar a Heracles
la hiel humana se vuelve casi tierra
para que los ángeles sepan a vino y a gusanos
y los dioses extintos en columnas
degeneren en objetos de museo
o vinoteca
y la paciencia nos pazca entre los dedos
entre los que se nos vierte la furia
cada día.
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