Lluevo
Llueve. Una tormenta de verano bajo un cielo gris cobija a un sol naranja.
Ando. La luz se ciñe a la piel de los charcos, ondula las imágenes con sus gotas.
-¿Cómo?
-Despacio, como una mota de amargura sobre tus labios, como una pizca de dicha sobre tus ojos, como algo – siempre- muy pequeño. Como una pérdida. Como un encuentro.
-¿Cómo?
-Como un recuerdo que debo imaginar. Hoy prefiero la imaginación a la memoria. Imagino los recuerdos que no tendré. Acaso consiga confundirlos.
-¿Cómo?
Llueven tus preguntas. Yo también lluevo. Como la hoja que ha llovido desde lo alto. Como toda la evocación que me provoca. Lluevo. Yo también lluevo.
Ando. La luz se ciñe a la piel de los charcos, ondula las imágenes con sus gotas.
-¿Cómo?
-Despacio, como una mota de amargura sobre tus labios, como una pizca de dicha sobre tus ojos, como algo – siempre- muy pequeño. Como una pérdida. Como un encuentro.
-¿Cómo?
-Como un recuerdo que debo imaginar. Hoy prefiero la imaginación a la memoria. Imagino los recuerdos que no tendré. Acaso consiga confundirlos.
-¿Cómo?
Llueven tus preguntas. Yo también lluevo. Como la hoja que ha llovido desde lo alto. Como toda la evocación que me provoca. Lluevo. Yo también lluevo.
4 Comments:
Hermoso y triste a la vez.
Un abrazo, Carz.
InSanity
Magnífico este llover tuyo.
Pero cuidado con el barrizal de tus costados, resbalaran tus evocaciones confundidas y se harán añicos, aunque puede que sea peor y no haya forma humana de que se te acerque lo que pudiera ser recuerdo, a no ser que te caiga encima.
Un abrazo
Para lloverse a partir del llover es, ciertamente, mejor la imaginación que el recuerdo.
Un abrazo.
Yo también lluevo y en este día también prefiero la imaginación a la memoria.
Encantado de volver a tu blog.
Un abrazo.
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