viernes, octubre 31, 2008

El libro del desasimiento (V)

Antes de irme está noche
te dejaré un beso en la mejilla.

Quizás lo presientas
y te nazca una sonrisa.
O quizás no.
Entonces me iré triste.

La tristeza es contraria al desasimiento.


Esta entrada de "El libro del desasimiento" podría ser (de hecho también es) "Desemborronando IV". No tuvo por qué ser así y, sin embargo, no fue de otra manera: hemos cambiado los pájaros de las casualidades por las termitas soldado y, en contrapartida, hemos ganado una cárcel más férrea, un poso más dúctil, una luna más llena. Pero es incuestionable que, hoy, el horizonte estuvo ondulado.

PS.- Te recoges el pelo mientras inclinas la cabeza y una sonrisa de granada esparce sus granos con vino y azúcar en mi boca. Multitud de pensamientos me recorren, pero uno se me escapa por las piernas y, en su oficio de topo, horada la tierra bajo tus pies, derribándote. Me dices “me fío de ti” y cierras los ojos mientras abres los brazos y caes, pero te recojo como hiciste tú antes con tu pelo. Entonces, ya no sé si sonríes: sé que me abrazas.

2 Comments:

Blogger Luzamarga dijo...

El horizonte se ondula hoy al albedrío del frío y la lluvia. También hay una promesa de niebla, de la cual siempre me fío para todo sea proclive al abrazo.

Te abrazo, Carz.

Y mis besos.

31/10/08, 12:17  
Blogger Luzamarga dijo...

...para que todo sea proclive al abrazo...sí, por favor.

(perdón :))

31/10/08, 12:18  

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