domingo, junio 14, 2015

De Herodoto, de mí, de Borges y de Biedma


Dijo Herodoto que Egipto fue un don del Nilo.
De ti no dijo nada
por la sencilla razón
de que no habías nacido.

Dije yo que no haber nacido no era excusa.
Y digo ahora que no es disculpa suficiente haberlo hecho.

Aunque no sé si nacer es un verbo reflexivo
-no sé si naces o te nacen
como no sé si el día es gris
o lo engrisecen,
o como si el sueño te acaba o te comienza
en un jardín ni del que Borges
previó que estuviera sujeto a la topología redonda de la Tierra-

Porque todo lo que parecía irremediable
acabó sucumbiendo a un gran remedio,
porque todo lo que pretendía acercarse
acabó en la lejanía melodiosa
con la que las Sirenas se nutren de los náufragos.

Porque, a veces, es don del azar el ser Destino
y es capricho del Destino ser azaroso,
porque, a veces, el viento evita tempestades
al dispersar las nubes
o arremolina ideas con piel de torbellino
en una pandemia de ejecuciones tácitas
que -por toda acción-
nos cubren de gangrena.