Las supremacía del garzonaje
En realidad, creo que no tengo una
relación consensuada con el resto de mi persona.
Mis pies, afirman no haber estado nunca
debajo de mis tobillos que, a su vez, mantienen que siempre
estuvieron muy lejos de mis rodillas que se hicieron -hace años-
prófugas.
Los apátridas de mis hombros juran no
haber mantenido nunca a mi cabeza, que prefiere ser cúspide
pre-sombrero de un espantapájaros pajuno antes que admitir que
contuvo a alguna de mis neuronas que se declararon, ante la fiscalía
general, víctimas de la prevaricación de mi memoria.
De hecho, se quejan una y otra vez
-como mis muelas- de que los marcianos se comunican con ellas a tavés
de las sentencias del tribunal supremo.
Andamos en una patria surrealista de
sapos sin beso, ectoplasmas y abducidos.
1 Comments:
Me uno a esa falta de consenso porque disiento con quienes se empeñan en que cada parte convenga en un todo aunque este no tenga nada que ver con cada parte. Lo de supremo ya lo dice, principal y soberano, y me preguntaba ¿Cómo les explicas a unos tan conformes en sus partes cómo se les ve desde bajo, tan abajo? Me has dado la respuesta “Andamos en una patria surrealista de sapos sin beso, ectoplasmas y abducidos.”
Un beso, respetando a la parte que se avenga
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