-Alguna vez te hablé de tu exquisito canibalismo
-Sí, cuando nos devoro
I
Cuando me absorbo el cerebro
por mi ombligo
me permito diez segundos
de locura:
ya se sabe, el vacío asciende,
hasta topar con la cima de mi cráneo.
II
La locura me viste de sirviente
de la diosa de los ojos más azules,
pero, los altares son tan altos,
que siempre acabamos
riendo por los suelos.
III
Tu sonrisa abarca un horizonte
-mas si fueran dos serían pocos-
anestaxiado por tus besos
ningún lugar
queda lejos de mi alcance.
IV
Sutil ribera de ríos como mares
sutil naufragio
pactado y concebido,
sutil deriva del paisaje…
escribo sólo
porque no estoy contigo.
V
Me asalta una nostalgia abnegada
de no saber de vos lo suficiente,
en comprender de vos
tan demasiado
que un mísero abrazo
nos conmueve.
VI
Circunflejas las tildes,
agudas las palabras
-las espadas quisieran tener su filo-
completos los espacios,
entrelazados los anillos….
suenan a vacío en el vacío
-sólo el silencio atruena con cañones-
Mecido por un vientre de ballena
tu silencio azul
me recompone.
VII
Alguien pervive en mí
más allá de toda causa y mis cenizas
-compartimos el sueño más humano-
pues me comprende
-también me entiende
y yo también la entiendo-
en toda la extensión
de mi universo.
VIII
La soledad habita
como un monje en su gruta,
como la luz de todas las ventanas
como el fugaz día del relámpago
como el frío de las cumbres de montaña.
Atrapado,
el silencio me deshace,
me confundo
con líquenes y musgos,
destilo el rocío de los cactus
y deambulo
robando sus espinas.
IX
Recojo del naufragio la memoria
con mis manos frágiles
como tulipanes
y en mi piel cohabitan las entrañas
mientras mi aliento congela tu mirada.
Dejo de respirar sólo un momento
ansioso febril de despertares
en los que mi mirada ciña a tu rostro
que poco importan los altares.
para vos, desde nosotros, como siempre, enloquecidos.
